Tue. Apr 16th, 2024

“El Pot-au-Feu” no tiene mucha trama. Dodin acepta una invitación a cenar de un príncipe y termina con una comida de ocho horas que aún lo deja hambriento por la cocina de Eugenie. La salud de Eugenie comienza a fallarle, aunque trata de ocultárselo a Dodin. Pero lo que es sensacional, en el sentido más literal, de la película es la amorosa atención que dedica a la preparación de las comidas. El director de fotografía Jonathan Ricquebourg (“La muerte de Luis XIV”) hace un uso extraordinario de la luz natural, ya sea el sol que entra en la cocina o la luz de las velas que crea el ambiente durante las cenas. La primera vez que vemos a Dodin reiterar su propuesta de matrimonio a Eugénie, en una conversación nocturna posprandial al aire libre, la cámara de Tran casi flota entre Binoche y Magimel. Les da a los actores el espacio para crear sus actuaciones orgánicamente, tal como sus personajes exigirían de su comida.

Han comenzado los dos primeros de los tres largometrajes italianos en competición. (Alice Rohrwacher, quien hizo el tercero, no tendrá su estreno hasta el viernes, cuando el festival habrá terminado para la mayoría de la gente, al menos mentalmente. La misma pésima ubicación para “Showing Up” de Kelly Reichardt el año pasado lo condenó, en mi opinión. opinión, a ser una ocurrencia tardía aquí en lugar del favorito crítico en el que finalmente se convirtió).

Primero fue Marco Bellocchio con “secuestrado” que encuentra al director de “Puños en los bolsillos” y “Vincere” en el modo histórico decolorado que ha favorecido últimamente. Pero si la película no va a ganar ningún punto de estilo, es auténtica y convincentemente enojada, lo cual no es poca cosa teniendo en cuenta que se trata de un caso muy discutido que ocurrió en el siglo XIX, el caso Mortara.

Según cuenta la película, en 1858, funcionarios de la iglesia llegaron a la casa de la familia judía Mortara en Bolonia y les informaron que uno de sus hijos, Edgardo (Enea Sala), entonces de seis años, había sido bautizado, y por lo tanto no podía vive con ellos Edgardo es separado de los Mortaras y criado como católico, y en efecto es recompensado por actuar complacido con su propio cautiverio. Las circunstancias del bautismo, si realmente ocurrió, si contó, por qué salió a la luz cuando sucedió, son solo la punta del iceberg de los asuntos que el padre de Edgardo (Fausto Russo Alesi) debe enfrentar mientras navega por la política de la iglesia y el gobierno. y la prensa (El caso se convirtió en un punto álgido internacional.) La película desarrolla una poderosa escena entre Edgardo y su madre (Barbara Ronchi) que lleva a casa cuán completamente el secuestro alteró quién era Edgardo.

By Sandra Winters

Writer | Author | Wordsmith Passionate about crafting stories that captivate and inspire. Published author of [Book Title]. Dedicated to exploring the depths of human emotions and experiences through the power of words. Join me on this literary journey as we delve into the realms of imagination and uncover the beauty of storytelling.