Thu. Apr 25th, 2024

¿Pero qué hay de Eduardo? entre todos los Sturm und drang de las diversas tribulaciones de los adultos, el pequeño Eddie a veces puede perderse en la confusión. También es una pena; además de ser, como diría Beanie Feldstein, el papel titular, la actuación herida y retraída de O’Brien ofrece el viaje más completo y multifacético entre el conjunto en expansión que lo rodea. Su juventud e inocencia agravan la tragedia que le ha sucedido, un niño huérfano empujado tanto a una situación familiar que no estaba preparada para él como a un panorama mediático que lo convierte en el depositario de todo, desde amor bien intencionado hasta conspiraciones y amenazas de muerte. . Lo único a lo que tiene que aferrarse es al recuerdo de su hermano y la culpa de saber que un juego de piedra, papel o tijera sobre qué asiento tomarían selló sus respectivos destinos.

De acuerdo, todo se interpreta con admirable gracia y confianza gracias a un elenco comprometido que, como mínimo, mantiene la cosa en alto en cada momento desgarrador. Aparte de O’Brien, otros destacados incluyen a Schilling, quien infunde a Lacy con neurosis relativamente frágiles, y Sam de Dario Ladani Sanchez, para quien la pérdida de un viejo amigo de la escuela secundaria en el accidente despierta conflictos latentes sobre su sexualidad, especialmente complicado dado que él es casado con hijos.

Pero es Britton quien infunde más vida al elenco, por lo demás adusto; El descaro y la volatilidad más grandes que la vida de Dee Dee ofrecen un bienvenido respiro de los fastidios pesimistas que la rodean, ya sea que esté comiendo pastelitos de simpatía o diciéndoles a los vecinos de yoga bien intencionados que “empujen [their] kombucha arriba [their] culo”. Donde todos los demás se sienten como zombis arrastrando los pies por las ruinas de sus vidas deterioradas, ella exige ver al administrador de la vida, y es encantador.

Pero cuando el espectáculo se aleja de Dee Dee o Edward hacia su hinchado elenco terciario, se vuelve difícil, mientras Lizzy McAlpine maulla a través de la mayor parte del tema empalagoso y guitarrero del espectáculo, “aferrarse” a su atención. Hay tantos hilos que seguir, varios de los cuales cubren un territorio prácticamente idéntico (hombres casados ​​que navegan por su sexualidad, víctimas que se enamoran de familiares de otras víctimas), y todo está cargado con la misma pesada manta de sinceridad llorosa. Katims es francamente agresivo en la forma en que acumula una tristeza sobre otra, atrapando a sus personajes en dilemas ineludibles con poco respiro.

By Sandra Winters

Writer | Author | Wordsmith Passionate about crafting stories that captivate and inspire. Published author of [Book Title]. Dedicated to exploring the depths of human emotions and experiences through the power of words. Join me on this literary journey as we delve into the realms of imagination and uncover the beauty of storytelling.