Fri. Apr 19th, 2024

Adaptado de la novela de Paolo Cognetti “Le Otto Montagne”. La meditación de 147 minutos sobre la amistad comienza con entusiasmo: Pietro (Lupo Barbiero), un niño solitario de Milán, llega con su familia al montañoso Valle de Aosta en Italia para pasar el verano. Allí conoce a un chico local, Bruno (Cristiano Sassella), quien, a diferencia de Pietro, de clase media, proviene de una familia de granjeros. Los dos chicos se unen rápidamente: corren a través de los exuberantes campos verdes y los riachuelos mientras las canciones del cantautor sueco Daniel Norgren (que aparece en gran medida, a menudo demasiado en esta banda sonora) acompañan su diversión.

Mientras que la primera mitad de “The Eight Mountains” presenta la perspicacia visual de Terrence Malick mezclada con la fantasía de Wes Anderson, la segunda mitad, que salta al futuro, capturando primero los años de adolescencia de los chicos, luego sus años de adultos errantes, se retrasa en el ritmo. e interés Un holgazán, Pietro permitió que su padre muriera mientras los dos estaban separados. Ahora ha regresado a la montaña, encontrándose nuevamente con Bruno para completar una casa que su padre montañero siempre quiso como su casa de verano.

Luca Marinelli y Alessandro Borghi interpretan a los adultos Pietro y Bruno, respectivamente, y los dos grandes actores mueven cielo y tierra para darle a esta película algún tipo de significado. Pero Groeningen y Vandermeersch han elaborado una imagen banal demasiado temerosa para actuar sobre su trasfondo extraño, demasiado vasta para darle a cualquiera de las mujeres una rica vida interior y demasiado agradable para imbuir cualquier drama entre Pietro y Bruno. En cambio, es una amistad realmente agradable entre dos hombres que se sienten como si estuvieran atrapados en espacios liminales, entre ser hombres de la montaña y gente de la ciudad, pero nunca elevando ese tema a un espacio emocional profundo.

A veces, una película puede ser sencilla, pero al menos debe ser interesante. “Las Ocho Montañas”, especialmente en su trillada conclusión, es una épica, larga y lenta sin ningún deseo de explorar el alma humana que se esconde debajo de las palabras que no se dicen.

El cuarto largometraje del director ruandés Kivu Ruhorahoza, “Dia del padre”, vadea paciente y hábilmente las aguas del poder patriarcal y el trauma generacional para ofrecer una narrativa en expansión que de alguna manera nunca pierde su hábil sentido de intimidad.

By Sandra Winters

Writer | Author | Wordsmith Passionate about crafting stories that captivate and inspire. Published author of [Book Title]. Dedicated to exploring the depths of human emotions and experiences through the power of words. Join me on this literary journey as we delve into the realms of imagination and uncover the beauty of storytelling.