Fri. Mar 29th, 2024

La película de Dillard comienza en 1948 con la llegada de Hudner a la Estación Aérea Naval de Pensacola en Pensacola, Florida. Entra en un vestuario de hombres cacofónico poblado de insultos coléricos. Estas púas vulgares no emanan de una multitud. Vienen de un hombre: Brown. Hudner nunca ve a Brown gritándose a sí mismo, ya que las lágrimas que derrama este hombre negro no son por Hudner (aunque Dillard y el director de fotografía Erik Messerschmidt sí nos muestran esas lágrimas a través de una impactante toma de espejo que rompe la cuarta pared). El tranquilo, ingenuo y totalmente estadounidense Hudner proyecta una sombra diferente al tranquilo, solitario y sensato Brown. En términos de temperamento, no deberían ser amigos. Los guionistas Jake Crane y Jonathan Stewart tampoco intentan forzar el tema, lo que le da a “Devotion” una libertad poco común. En cambio, este viaje emocionante y palpitante está más relacionado con los dos hombres que forman un vínculo a través del respeto compartido que con un malentendido fantástico del lugar y el tiempo.

Brown es un aviador con tantas heridas invisibles; Las obscenidades que se grita a sí mismo surgen de un pequeño libro donde guarda cada insulto que alguna vez ha sido lanzado en su dirección. Brown, uno de los primeros aviadores afroamericanos de la Armada, experimentó daños corporales y varios atentados contra su vida por parte de sus “camaradas” segregacionistas al principio de su carrera. No vemos la violencia que soportó Brown. Dillard es demasiado inteligente para una fruta tan madura. En cambio, somos testigos de las repercusiones en la psique de Brown a través del hábil desempeño físico de Majors, un conjunto apretado de un andar arrogante que desmiente el peso sobre sus anchos hombros y la tensión que envuelve su rostro.

“Devotion” narra la progresión constante que hace Hudner hacia la comprensión de Brown sin infantilizar a este orgulloso piloto. Brown, a su vez, trae lentamente a Hudner a su órbita y nos presentan a la hija de Brown, Pamela, y su devota esposa Daisy (Christina Jackson). Dillard yuxtapone esta vida hogareña, donde Brown puede dejar las presiones y el racismo, donde todo su cuerpo y rostro se iluminan de alegría, con el difícil panorama de ser el único hombre negro en un mar de aviadores navales blancos. Jackson es un estallido de aire jubiloso como Daisy, que ofrece a la imagen la ligereza y la gracia que tanto necesita. Y en muchos sentidos, el vínculo que comparten Daisy y Jesse, más que la desegregación o la guerra, proporciona a la imagen un latido palpable.

By Sandra Winters

Writer | Author | Wordsmith Passionate about crafting stories that captivate and inspire. Published author of [Book Title]. Dedicated to exploring the depths of human emotions and experiences through the power of words. Join me on this literary journey as we delve into the realms of imagination and uncover the beauty of storytelling.