Dependiendo del ojo del espectador, Gia está condenada si lo hace y condenada si no lo hace. Pero su amor es innegable y la obliga a intentar encontrar una solución. Este mundo de expectativas abrumadoras, con los pies en la tierra pero resaltado por la narración de Leaf, prepara el escenario para una película que, de manera silenciosa pero vívida, gira una narrativa de la feminidad negra y la fuerza contra viento y marea.
La profundidad de “Earth Mama” se lleva de la pantalla al alma con silencios penetrantes; el diseño de sonido de la película es dominante en su moderación. Un gran porcentaje de la película es tan silencioso, ya sea en un verdadero silencio o en un ruido ambiental reducido, que tal falta de familiaridad auditiva golpea con toda su fuerza. Las distracciones de Gia son el ruido, los vecinos ruidosos o las reuniones de autos haciendo donas, pero estos momentos son fugaces. Está rodeada de tranquilidad en cualquier momento de carga emocional, ya sea sola o en una conversación, lo que permite que el increíble diálogo del guión exija el centro del escenario.
La energía apagada de “Earth Mama” se ve reforzada por la calidad casera de su cinematografía. Los matices forman el núcleo de “Earth Mama” y se transmiten mediante secuencias de sueños restringidas que retratan la feminidad en su forma más despojada, con lazos sociales y contextos completamente separados. Ya sea que Gia camine lentamente por el bosque, con su cuerpo desnudo y embarazado en medio de la verdadera naturaleza, o de pie frente a un espejo, arrancándose el cordón umbilical podrido de su cuerpo, ambos representan un animalismo puro que es impresionante en su belleza y sangre.
Los primeros planos de Leaf son tan conmovedores como el silencio de la película. Nos insertan en la interioridad de Gia, resaltando los delicados detalles de la expresión y la forma femenina. “Earth Mama” empuja al espectador a una empatía implacable, a sentir cada latido del corazón de Gia mientras se acelera y se detiene con el peso de sus circunstancias. El trauma generacional nacido de las responsabilidades de la maternidad en el ciclo de la opresión económica es una piedra angular de la historia. Igualmente potente es la batalla heredada del amor de una madre contra el resentimiento de su hijo en estas circunstancias. A medida que se teje esta red de emociones, Gia y las otras mujeres de su círculo descubren que en su edad adulta, sus roles se han invertido. Ahora, están del otro lado de la mesa.