Ahora eres sabio? Estoy flotando en el agua. Y ahora podría seguir un párrafo muy largo introduciendo y describiendo los diferentes personajes interpretados por los actores. Pero te perderías de todos modos, porque muchas de las actuaciones y disfraces son muy astutamente efectivos. Podría decirles que el trabajo de Halle Berry como reportero de investigación de mediados de la década de 1970 funciona bien para mí, y la sabiduría retorcida de Tom Hanks como un anciano que cuenta historias es la más impenetrable.
Me desespero. Creo que querrás ver esta película atrevida y visionaria, dirigida por Lana Wachowski, Tom Tykwer y Andy Wachowski. Dondequiera que vayas donde se reúna la gente del cine, se discutirá. Se propondrán teorías profundas. Alguien dirá: “No sé qué diablos vi”. Aparecerán los nombres de Freud y Jung. ¿Y ahora esperas que desenvuelva el misterio del enigma y te presente un bonito y brillante acertijo?
A veces, la clave de una película puede ser sugerida por otra. Sabemos que el título se refiere a los primeros dibujos de las formas y el comportamiento de las nubes. No hace mucho vi una película sueca, “Simon and the Oaks”, sobre un niño que soñaba despierto y formó un vínculo con un roble. En sus extremidades, se acostaba leyendo libros de imaginación y luego permitía que sus ojos descansaran en las nubes sobre su cabeza. Mientras leía un libro sobre vagabundos del desierto, las nubes parecían tomar la forma de una caravana fantasmal de camellos en procesión por el cielo.
Nunca, nunca me aburrió “Cloud Atlas”. En mi segundo visionado, renuncié a cualquier intento de descifrar las conexiones lógicas entre los segmentos, las historias y los personajes. Lo importante era que dejara mi mente libre para jugar. Las nubes en realidad no parecen camellos, veleros o castillos en el cielo. Son simplemente un proceso natural en el trabajo. Tal vez también lo sean nuestras vidas. Como tenemos mente y las nubes no, deseamos la libertad. Esa es la forma que toman los personajes de “Cloud Atlas” y cómo intentan dirigir nuestros pensamientos. Cualquier intento concreto y fáctico de clavar la película en hechos fríos, de decirte lo que “significa”, es tan inútil como tratar de construir una naranja mecánica.
Pero, ¡oh, qué película es esta! Y qué demostración de las cualidades mágicas y oníricas del cine. Y qué oportunidad para los actores. Y vaya salto de los directores, que se liberan de las cadenas de la continuidad narrativa. Y luego la sabiduría del anciano que mira fijamente las llamas tiene perfecto sentido.